por Pino Dueñas
La constante en este autor es la cotidianeidad de las poblaciones costeras, en su trabajo se acerca a la fantasía desde lo etéreo del paisaje fundido con atardeceres hasta la dominante fascinación de los retratos de sus pobladores, asume la claridad de sus imágenes en la gente viva y casi real de sus trabajos, hace honor a la tierra que lo vio nacer pero más al mar que acompaña su eterno andar.
Especial atención merecen sus ninfas y hadas infantiles que desde el claro oscuro nos proyectan en la fantasía de la pureza de la infancia, así como en el misterio y goce del juego y la sorpresa de la vida.
La mujer en la pintura de tapia es un corolario de la presencia marítima: mujeres y mar, una dicotomía llena de simbolismo y fortaleza, esa mujer fuerte, firme, bella, grácil, que acompaña las diáfanas escenas del mar en sus diversos estados de ánimo, el temperamento femenino es como el mar a veces sereno a veces embravecido, tapia lo sabe y lo muestra con singular aprecio de la forma.
Siempre definir el trabajo de un pintor es complicado, pero en este caso cabe la confirmación “tapia es un pintor de lo etéreo” de aquello que solo vemos desde su propio mirar, que se transforma en colores y texturas vivas.
